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Declaratoria de Sitio Histórico del Asalto y Toma de Pisagua 1879/1891





Esta publicación busca dar a conocer a la comunidad la Historia de esta Batalla y promover la Declaratoria de este sitio Histórico, para preservarlo del saqueo de inescrupulosos buscadores de reliquias y de la destrucción por parte de procesos productivos o actividades que afecten este campo de batalla donde existen tumbas y fosas comunes de Soldados que lucharon por sus países en esa Guerra.



Sitio Histórico del Asalto y toma de Pisagua se encuentra ubicado a unos 165 kms al norte de la ciudad de Iquique. En este puerto se efectuaron dos grandes batallas, una en el contexto de la Guerra del Pacifico el 2 de Noviembre de 1879 y la segunda el 6 de Febrero de 1891 en la Guerra Civil de Chile o también llamada Revolución de 1891.



La bahía de Pisagua se localiza al sur de la Quebrada de Tiliviche, a los 19° 35' de Lat. Sur y a los 70° 12' de Long. Oeste. Inicialmente estuvo poblada de pescadores indígenas y durante la dominación hispánica era ocupada por los changos. La creación del puerto de Pisagua es un proceso que se inicia en septiembre de 1831, cuando la República del Perú, por una ley, habilitó la caleta de este nombre como puerto de embarque para exportar el salitre de Tarapacá junto con la caleta de Mejillones. Posteriormente, la primitiva caleta de Pisagua fue abandonada por ser inadecuada para el embarque del mineral, lo cual obligó a buscar otra bahía, que se encontró más al sur, en una rada más amplia, más cerrada y más cómoda. Esta ensenada pasó a llamarse "HuainaPisagua" o "Pisagua Joven", para no confundirla con "Pisagua Viejo".




En Pisagua se han llevado a efecto dos acciones bélicas. La primera y mejor conocida, es la que se libró el 2 de Noviembre de 1879, el Desembarco de Pisagua durante la Guerra del Pacífico. La presencia de la Aguada de Dolores hizo que la apropiación y posterior defensa de éste lugar por parte del Ejército Chileno, fuera estratégico y fundamental para el éxito de toda la Campaña de Tarapacá.


En esta batalla habrían combatido cerca de 10.000 soldados chilenos y 1.500 soldados aliados peruano bolivianos. Las bajas habrían sido cerca de 200, considerando ambos bandos. 


Por otro lado, la segunda acción bélica consistió en un combate desarrollado dentro de la Guerra Civil de 1891. Se trató de una acción de menor envergadura en comparación al anterior que se libró el 6 de Febrero de 1891 y donde la Armada chilena bombardea el puerto tomando posesión de él. Éste combate se debió a un encuentro sin mayor planificación, entre las unidades Balmacedistas con tropas Congresistas.



Asalto y Toma de Pisagua - 2 de noviembre de 1879 - Armada de Chile









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Vista de letrero de acceso a Pisagua no menciona que este es un Sitio Histórico.









Parte del General Erasmo Escala 





GENERAL EN JEFE DEL EJÉRCITO DE OPERACIONES DEL NORTE
Campamento del Hospicio, noviembre 10 de 1879.

Señor Ministro:

Desde el día en que fui investido con el alto carácter de General en Jefe del ejército de operaciones del Norte, ayudado con la eficasísima cooperación del señor Ministro de Guerra en comisión, don Rafael Sotomayor, contraje mis esfuerzos con preferente atención a preparar y organizar los elementos de una expedición sobre el territorio enemigo, que, asegurando el triunfo de nuestras armas, apresurara el término honroso de la injusta guerra a que tan alevosamente habíamos sido provocados.
Graves dificultades se presentaban para tan ardua empresa. El estado del ejército de mi mando era altamente satisfactorio; pero los obstáculos materiales que a ella se oponían, eran casi insuperables. Cualquiera que fuera el punto del país enemigo que se eligiera como el objetivo de operaciones, había de presentar toda clase de inconvenientes.

La enorme distancia que nos había de separar de los centros de nuestros recursos, la escasez de elementos de transporte y de movilización de que podíamos disponer para un crecido ejército, la privación de los medios de sustentación, la falta casi absoluta de un elemento tan indispensable como el agua, la influencia del clima y muchas otras dificultades que no se ocultarán a la inteligente penetración de V. S., nos obligaba a tomar todo género de precauciones y prevenciones que nos pusieran a salvo de toda eventualidad o emergencia.

Con todo, cábeme ahora la honrosa satisfacción de dar cuenta a V. S., de que esta expedición ha sido llevada ya a cabo en una importantísima parte con un felíz éxito; y no vacilo un momento en afirmar a V. S. que el resultado final ha de corresponder al éxito que hasta aquí se ha obtenido.

En los últimos días del mes próximo pasado, se dio principio en el puerto de Antofagasta al embarque en los buques de nuestra escuadra y transportes nacionales, de nuestras tropas, elementos y pertrechos de guerra, equipo, embarcaciones, provisión de agua, de víveres, de forrajes y de la caballería, como también de las demás existencias que para poder moverse requería un ejército tan numeroso como el destinado a obrar sobre el suelo mismo del enemigo.

Por fin, el día 28 de ese mes se había conseguido tener a bordo de nuestras naves todo el personal del ejército, que constituía la primera división expedicionaria, y el contingente indispensable para ponerse en marcha; y a las 6.30 P. M. zarpábamos del indicado puerto de Antofagasta con rumbo hacia el N.O., dejando en este puerto una fuerte guarnición de cerca de 3.000 hombres de línea y más de 2.000 de guardias nacionales, todas ellas perfectamente equipadas y disciplinadas.


Componíase el convoy de los buques de guerra blindado Almirante Cochrane, cruceros Amazonas y Loa,vapor Abtao, cañonera Magallanes y goleta Covadonga, bajo las órdenes del capitán de fragata, jede accidental de la escuadra, don Manuel T. Thompson; y de los transportes nacionales Itata y Copiapó que daba remolque a la fragata nacional Elvira Álvarez, Limarí, Lamar, Santa Lucía, Toltén, Huanay, Paquete de Maule y Toro, al mando del capitán de navío, Comandante General de transportes, don Patricio Lynch.

Formaban también parte de este convoy la corbeta O'Higgins y el transporte Matías Cousiño, que con anterioridad se habían dirigido al puerto de Mejillones para tomar las fuerzas que había estacionadas allí, debiendo reunirse al convoy en un punto designado, lo mismo que el transporte Angamos, que por haber llegado en la mañana del día que nos dábamos a la vela, tuvo que retardar su salida. 

Las fuerzas de tierra embarcadas aparecen en el siguiente cuadro:


Regimiento 1º de Línea
Regimiento 2º de Línea
Regimiento 3º de Línea
Regimiento 4º de Línea
Batallón Naval
Batallón Valparaíso
Batallón Bulnes
Batallón Chacabuco
Batallón Atacama
Batallón Coquimbo
Regimiento Artillería
Regimiento Artillería de Marina
Regimiento Cazadores de a caballo
Brigada de Zapadores
Cuerpo de Pontoneros

Nuestra marcha, a distancia de unas 50 millas de la costa, tuvo que ser muy lenta, porque el mal estado de algunos transportes, que iban además sumamente cargados, no permitían un andar superior a tres millas por hora.

Después de tres días de viaje, nos encontramos por fin, reunidos ya todos los buques del convoy, el día 1º de noviembre en la mañana, inmediatos a la altura de Pisagua, punto designado para emprender el desembarco; pero tuvimos que mantenernos sobre la máquina durante el día para esperar la primera hora del siguiente, que era el momento más oportuno para intentarlo en mejores condiciones. Ese día se celebró a bordo del buque jefe un consejo de todos los comandantes de cuerpos y buques que en combinación debían obrar durante bla acción; y en él se tomaron las determinaciones que requería el mejor arreglo de la operación de desembarco y ataque.

Debimos amanecer en la madrugada del día 2 en la misma bahía de Pisagua; más el corto andar de varios transportes, según lo he manifestado ya, volvió a atrasarnos, y sólo pudimos presentarnos en el puerto a las 6 A.M.

Un vez que estuvieron en frente de él todos los buques del convoy, los de guerra, blindado Almirante Cochrane, corbeta O'Higgins, cañonera Magallanes y goleta Covadonga, pasaron a tomar dentro de la bahía las posiciones acordadas, manteniéndose el resto a una distancia conveniente. El primero de ellos rompió sus fuegos a las 7 A.M., dirigiendo sus punterías a un fuerte establecido en la parte sur de la plaza, y fueron seguidos por los de la corbeta O'Higgins, cañonera Magallanes y la goleta Covadonga. Después de una hora de un vivo fuego, las certeras punterías de nuestros buques apagaron completamente los fuegos de la batería enemiga, que ningún daño nos hicieron, quedando casi destruida esa batería.

Aunque sobre el morro de Pisagua se divisaba otra fortificación, sin embargo, el enemigo no hizo disparo alguno, a pesar de que fue atacado por los que se le dirigieron desde a bordo.

Entre tanto, una comisión compuesta del coronel don Luis Arteaga, tenientes coroneles don Diego Dublé Almeyda y don Justiniano Zubiria, y del capitán don Juan Santana, fue a practicar, de orden del que suscribe, en una lancha a vapor, un reconocimiento de la playa para informar sobre los lugares apropiados para el desembarco, y pudo hacerlo a pesar de los fuegos que se le dirigieron de tierra al acercarse a la playa, y que la lancha contestó.

Apagados por completo los fuegos de tierra, se hizo avanzar a las 8¾ A.M. los transportes Copiapó y Limarí que conducían los cuerpos de la segunda división en que había sido seccionado el ejército expedicionario para este acto. Esta segunda división, compuesta del regimiento Buín 1º de línea, batallón Atacama y dos baterías de artillería de montaña, fue designada para hacer primero el desembarco en el puerto de Pisagua.

También se ordenó adelantarse al transporte Lamar, que llevaba a bordo la brigada de Zapadores, que por la instrucción especial que el comandante de este cuerpo, teniente coronel don Ricardo Santa Cruz, había dado a su tropa para ataques de esta especie, componía una sección separada.

El desembarco debía hacerse en los botes y canoas de los buques de la escuadra y transportes, y algunas lanchas construidas especialmente con este objeto, las cuales constituían una flotilla de embarcaciones menores que se puso a las órdenes del capitán de navío, ayudante de campo don Enríque M. Simpson, a quien se le confió esta comisión.

La dirección del desembarco de la tropa fue encomendada al Coronel don Emilio Sotomayor, jefe de Estado Mayor, quien al efecto se embarcó en una lancha a vapor con el comandante general de infantería, coronel don Luis Arteaga, atendiendo ellos personalmente tan delicada y dificil operación.

Dióse principio a ella a las 9½ A. M. y al dirigirse a la playa las primeras embarcaciones, recibieron un nutridísimo fuego de fusilería de las fuerzas enemigas que se encontraban atrincheradas tras de las enormes y escarpadas rocas que forman esa playa, y de los parapetos que les ofrecían los accidentes naturales del terrno u obras especiales construidas al efecto. Ocultábanse asimismo en los edificios de la población, en los carros del ferrocarril de Pisagua, en las zanjas que quedan al costado de la línea férrea, que está un poco elevada, y tras de grandes rumas de sacos de salitre y pilas de carbón, que había en la estación, y en diversos puntos de la ciudad.

Intentóse a la vez el desembarco en diversas partes, y en todas ellas se les hizo igual resistencia. Dióse entonces orden a la escuadra de que protegiese esta operación con el fuego de sus cañones, dirigiendo sus tiros hacia todos aquellos lugares desde los cuales se hacía fuego a la tropa nuestra. Las balas y granadas de nuestros buques caían en distintas direcciones en todos aquellos puntos en que el enemigo estaba oculto y se produjo entonces el incendio, tanto en los edificios de la población, como en los depósitos de sacos de salitre y de carbón existentes en varias partes.

Sin embargo, no cesaba una verdadera granizada de balas dirigida sobre todos los botes que conducían tropas, y en medio de ellas, merced al valeroso empuje de nuestros soldados y a la serenidad y ejemplar bizarría de sus jefes y oficiales, principiaron los botes a echar a tierra sus tripulantes, teniendo a más que luchar con la pésima condición de los desembarcaderos, en los cuales la ola azotaba contra las rocas con toda violencia.

En medio de tantas contrariedades, logran nuestros botes, aunque con considerables pérdidas, acercarse a la playa, protegidos también por una ametralladora de montaña de la artillería, que se embarcó en un bote, a las órdenes del subteniente del regimiento, don José Antonio Errázuriz, y que prestó una eficaz ayuda.

Las primeras tropas que ponen el pie en tierra son las de la brigada de Zapadores, que dirigidas con acierto por su comandante, merecieron tomar al enemigo por la retaguardia, facilitando así el desembarco del resto de la división, que en esos momentos bajaba a tierra por dos puntos distintos, sufriendo un fuerte ataque de las fuerzas contrarias estacionadas en algunas posiciones elevadas. Venciendo todas estas dificultades, llegaron a tierra el batallón Atacama, regimiento Buín, a las órdenes de sus respectivos comandantes y 108 del regimiento 2º de línea.

Ya una vez en tierra estas fuerzas, principiaron a ganar terreno poco a poco y a dominar algunas alturas, desde las cuales arrojan al enemigo de las ventajosas posiciones en que estaba parapetado, y principia entonces una nueva operación no menos atrevida y dificultosa.

Trátase entonces de arrojar al enemigo de su propio campamento, situado en la cima de un elevado cerro (a 1.300 pies) cortado a pico, y de un terreno movedizo y polvoroso. El enemigo tiene cerrados todos los senderos, y ha ocupado magníficas posiciones, aprovechando los recodos de la vía férrea y del camino, y todas las ventajas que le proporciona el lugar.

Con todo, el batallón Atacama, el regimiento Buín, y 100 hombres del regimiento 2º de línea y 100 de la brigada de Zapadores, a las órdenes del teniente coronel don Luis J. Ortíz, emprenden tan atrevida ascensión, siendo auxiliados en ella por los fuegos de nuestra escuadra, que con toda certeza se dirigen hacia aquellos puntos en que estaban agazapados los enemigos.

Después de cuatro horas y media de un rudo combate sostenido por nuestras tropas en tan desventajosas condiciones con un enemigo que no le era inferior en número, parte de los nuestros llega a dominar la altiplanicie del cerros en que existía el campamento del ejército enemigo, compuesto de los batallones Victoria e Independencia, de más de 1.200 plazas, según informes que he recogido, al mando del coronel boliviano don Juan Granier.

Apenas divisa el enemigo que nuestras fuerzas han dominado la altiplanicie, abandona el campamento y huye vergonzosamente, quedando nuestro el campo a las 2.30 P.M., y al apercibir los buques de la escuadra que el pabellón chileno flameaba en el mismo punto en que se ostentaba momentos antes el del enemigo, suspenden por completos sus fuegos.

Mientras se verificaba este importante hecho de armasen el puerto de Pisagua, la primera división del ejército, compuesta del regimiento 3º de línea, batallón Naval de Valparaíso, dos baterías de montaña y el batallón Valparaíso, embarcada en el crucero Amazonas y en el transporte Itata, se dirige, convoyada por la Magallanes, sobre la caleta de Junín, un poco al sur de Pisagua, donde debía desembarcarse para tomar el camino que debía conducirla al mismo campamento del enemigo, en el cerro de Pisagua, y sorprenderlo allí por la retaguardia.

Esta caleta presentaba también muchas dificultades y peligros para el desembarco, pues las olas reventaban con una gran fuerza sobre las rocas de las playas, que pueden parapetar una fuerza insignificante para rechazar a un ejército, por numeroso que fuera, que tratase de desembarcar allí. Felizmente la pequeña guarnición que había, compuesta de unos 30 hombres, huyó a los tres primeros tiros que se le dirigió de a bordo, y pudo efectuarse con toda tranquilidad el desembarco.

Esta división, a las órdenes del coronel don Martiniano Urriola, continuó su marcha como a las cinco de la tarde hacia el campamento, y vino en amanecer a él en la madrugada del día siguiente, encontrándolo ocupado ya por nuestras fuerzas.

Pasada la hora en que fue tomada la plaza fuerte de Pisagua, se continuó en el desembarco de la tropa hasta entrada la noche, para seguirlo en los dos días subsiguientes, hasta que todas ellas estaban reunidas en el campamento mismo del enemigo, lllamado el Hospicio.

Hemos tenido que lamentar algunas bajas, principalmente durante el desembarco, alcanzando ellas también a los botes de la escuadra que se ocuparon en este acto.

En el Ejercito hemos tenido las siguientes bajas:
Regimiento Buín.- Muertos: el subteniente don Desiderio Iglesias y doce individuos de tropa.
Heridos: los subtenientes, don Belisario Cordovez y don Domingo Arteaga Novoa, y 27 de la tropa.
Regimiento 2º de línea.- Muertos: tres individuos de tropa, y ocho heridos.
Brigada de Zapadores.- Muertos: 20 soldados.
Heridos: el sargento mayor don Manuel Villarroel, el teniente don Enrique Canto y el subteniente don Froilán Guerrero, y 46 de la tropa.

Batallón Atacama.- Muertos: 19 individuos de tropa.
Heridos: el capitán don Agustín Fraga y los subtenientes don Benigno Barrientos y don Andrés Hurtado, y 51 heridos.

Regimiento de Artillería.- Heridos: dos individuos de la tropa que acompañaban al subteniente Errázuriz en el servicio de la ametralladora.

El regimiento 4º de línea, embarcado en el transporte Toltén, no tomó parte en el desembarco; pero habiéndose acercado este vapor demasiado a la playa, se dirigieron desde tierra algunos fuegos de fusilería sobre la cubierta del buque, en la cual estaba la tropa, causándole la pérdida de 3 soldados muertos y 13 heridos.

No me es posible determinar, ni aún aproximadamente siquiera, el número de muertos que haya tenido el enemigo; el campo quedó sembrado de cadáveres ,los cuales se hizo sepultar el día siguiente.

En la marina hemos sufrido las siguientes pérdidas:
Almirante Cochrane.- Un marinero muerto.
Heridos: el guardiamarina don Luis V. Contreras, y tres individuos de la tropa.

Corbeta O'Higgins.- Muertos: el aspirante don Miguel A. Isaza, un guardián 2º y cuatro marineros.
Heridos: teniente 2º don José M. Santa Cruz, dos capitanes de altos, tres marineros y dos grumetes.

Goleta Covadonga.- Un marinero herido.

Corbeta Magallanes.- Un marinero muerto.
Heridos: el guardiamarina don José María Villarreal, un guardián 1º y un marinero.

Transporte Loa.- Heridos: el aspirante don Eduardo Donoso, un patrón de bote y un marinero.
Transporte Limarí.- Fue herido el marinero José Díaz, que no pertenece a la dotación de guerra.

Hemos tomado al enemigo cerca de treinta prisioneros; entre ellos dos tenientes coroneles, un capitán, dos tenientes y un subteniente.

Se ha tratado de atender con solícito interés a los heridos, en cuanto lo permiten los recursos de que puede disponerse aquí, pues por falta de transportes no nos fue permitido traer con el ejército algunas de las ambulancias, cuyos servicios habrían sido muy importantes.

En el campo enemigo existía la ambulancia Arequipa, que atendió a algunos de sus heridos, pero ella se ha retirado ya, llevándose su material.

Con la toma de Pisagua hemos ocupado una parte muy importante del territorio enemigo, no sólo por las condiciones estratégicas especiales que tiene, sino también porque hemos quitado al enemigo una de las partes más interesantes, tanto para su comunicación entre el norte y el sur, como por sus riquezas.

En los primeros días subsiguientes a la toma de la plaza, no pudo movilizarse el ejército por haber sido sumamente escasa el agua y no poderse proveer al soldado de la necesaria para que marchara. Mas, hoy es distinta la condición del ejército; avanzadas nuestras ocupan el territorio hacia el interior en una extensión de más de 60 millas, y en ella tenemos ya el agua necesaria para surtir la tropa, y esta ha sido ya distribuida convenientemente en todo el cantón.

A la presencia de nuestras fuerzas en los puntos del interior, han huido las fuerzas enemigas que allí había. Sólo en Agua Santa una avanzada nuestra de caballería, encontró resistencia en una fuerza de 100 hombres de caballería enemiga, que fue completamente batida por la nuestra, dejando en el campo 70 muertos del enemigo y tomando 6 prisioneros, entre ellos un teniente coronel y un teniente, sin que nosotros hayamos sufrido más que la pérdida de 3 cazadores y 6 heridos.

El comportamiento de los señores jefes, oficiales y tropa, ha sido digno de todo elogio. Los cuerpos que no alcanzaron a hacer el desembarco durante el ataque, anhelaban vivamente compartir la gloria de ir a sostener con las armas en la mano el honor de nuestra querida patria. Los cuerpos cívicos movilizados en la presente campaña, han rivalizado con nuestros veteranos de línea en bravura y disciplina, correspondiendo por completo a las buenas esperanzas que en ellos se fundaban.

Este magnífico espíritu de la tropa no ha desmayado un momento, y hoy espera con ansia el día en que pueda dar mayores glorias a su país.

Los señores jefes y oficiales, a su vez, están animados del más acendrado patriotismo, y celosos y estrictos en el cumplimiento de su deber, se les ve en los momentos de peligro ser los primeros en acudir. De ello ha dado un espléndido testimonio el memorable hechos de armas de que ahora he dado cuenta a V. S.; así es que me permito recomendar al Supremo Gobierno los importantes servicios que ellos han prestado, comprendiendo esta recomendación a todos y a cada uno de ellos.

Termino, señor Ministro, felicitando al Gobierno y a la nación, por un hecho de armas que viene a agregarse a los muy gloriosos y difíciles que en diversas ocasiones han llevado a cabo los ejércitos chilenos, y que han revelado de cuánto es capaz el soldado chileno cuando se trata del honor de su patria.

Dios guarde a V. S.



ERASMO ESCALA








Plano del Asalto y Toma de Pisagua 2-11-1879



Libro “Las 4 campañas de la Guerra del Pacifico” Francisco Machuca pagina 248 Tomo 1 Imprenta Victoria 1926 Capitulo XXL




El convoy marcha a las órdenes del capitán de fragata don Manuel Thompson, cuya insignia enarbola el “Amazonas”, transporte armado en guerra, que perteneció a la flota de la Compañía Inglesa de Vapores.

Los buques de S.M.B. “Thetis” y “Turquoise” se divisan, por retaguardia, allá en los confines del horizonte, siguiendo calmadamente las aguas de nuestros buques.

Después de una tranquila noche, el sol del 29 aparece radiante; las bandas saludan el nuevo día con alegres dianas.

Cinco naves faltan a la lista: “Angamos”, “Copiapó”, “Toro”, “Lamar” y “Elvira Álvarez”.

Los cucalones levantan gran alboroto; llegan hasta suponer que la “Unión” ronda por las vecindades, a caza de transportes rezagados.

Los militares, confiados en que los marinos orillan bien las dificultades, continúan las tareas de la instrucción diaria de la tropa, que sigue a bordo con la misma intensidad de tierra.

El jefe de los transportes, comandante don Patricio Lynch que navega en el “Itata”, se pone al habla con Thompson y queda descorrido el velo del misterio, con profundo disgusto de los corresponsales que se aprontan para narrar desgracias sensacionales.

El jefe de la escuadra había enviado al “Lamar” en comisión a Mejillones; y al “Angamos” a Tocopilla.

El comandante Lynch, quedó en Antofagasta hasta las últimas horas del día 28, atendiendo los deberes de su cargo; cercana la noche, se vió obligado a tomar algunas medidas de que no pudo imponer al jefe del convoy, lejano y oculto en la obscuridad.

Hé aquí como expone lo ocurrido el comandante Lynch, en parte oficial, fechado en Pisagua, el 7 de Noviembre:

“A retaguardia quedaron la fragata a la vela “Elvira Álvarez” y los transportes “Copiapó” y “Toro”, que debían remolcarla, siguiendo las aguas del convoy.

Comprendí que la operación de sacar esa fragata de la bahía, sería morosa y difícil, no sólo por las condiciones especiales de la rada de Antofagasta, en un día de mar agitado por recio viento, sino también por los estorbos que presentaban los buques mercantes allí surtos, en horas en que ya se extendían las sombras de la noche. Teniendo esto presente, y sabiendo que algunas de las naves del convoy debían recalar en Mejillones, para embarcar allí cuerpos de tropa, ordené a los transportes remolcadores que, en caso de no poder seguir el convoy, perdiéndolo de vista, se dirigiesen al indicado puerto con la fragata remolcada”.

Y el “Itata” partió a unirse al grueso de la escuadra.

Más tarde, los remolcadores sacaron a la “Elvira Álvarez”, cuando la cerrazón de la noche y la distancia les impedía ver las luces del convoy. Se dirigieron entonces a Mejillones, según lo ordenado por el comandante Lynch.

A las 8 A. M. la escuadra hace alto, con mar tranquila, sin que la más ligera brisa rice la superficie.

A las 9 A. M. la “Covadonga” parte en comisión a Antofagasta; va a traer los últimos telegramas del Gobierno.

A las 6 P. M. el “Amazonas” pone proa al Este. Queda de jefe el capitán Latorre del “Cochrane”.

La inmovilidad de la flota da oportunidad a los editores de diarios, para sacar tres ediciones el día 29, que se canjean al paso de los botes en comisión.

El Minero del Norte cuenta en prosa y verso la fuga de doña “Elvira Álvarez”, con un caballero de “Copiapó”, apellidado “Toro”. Un volante ilustrado, sin pie de imprenta por precaución, se agota arrebatado por el público. Aparece el señor Ministro de la Guerra, escrutando el horizonte, con el catalejo al revés.

La noche pasa tranquila. La gente duerme a pierna suelta, pues, el balance es nulo.

Nadie se inquieta; se sabe que el comandante Thompson dió instrucciones minuciosas para la marcha; entre ellas, las siguientes:

Orden de salida fuera de puerto.

Orden de marcha durante el viaje.

En qué casos debía usarse el Código Internacional, y en cuáles el nacional.

Luces que deberían encenderse al producirse un accidente.

Modo de dar avisos rápidos en casos graves, de día o de noche.

Uso de las señales para la más pronta comprensión.

Manera de tomar fondeadero para evitar colisiones.

Punto de reunión en caso de separación de un buque.

El 30 a las 6 A. M. regresa el “Amazonas” y marcha a la cabeza de las naves, a tres millas por hora, rumbo al norte; a las 6 P. M. vuelve a partir proa al oriente. El “Cochrane” guía la flota, al mismo andar, sin variar el rumbo.

A las primeras horas de la mañana del 31, ingresan la “O'Higgins”, “Magallanes”, “Matías Cousiño”, “Copiapó”, con la “Elvira Álvarez” a remolque y “Angamos”. El “Loa” cubre la retaguardia.

Al llegar a la intercesión del paralelo 23 de latitud sur con el meridiano 71º 28' Oeste de Greenwich, punto designado para la reunión general, el “Angamos” dispara un cañonazo; las naves toman al momento la colocación indicada en el siguiente gráfico, según orden impartida en Antofagasta:

“Cochrane” – “Itata” – “Amazonas” – “Loa” – “Magallanes”

“Abtao” – “Lamar” – “Limarí”

“Matías Cousiño” – “Santa Lucía” – “Toltén”

“Angamos” – “Copiapó” – “Huanay”

“O’Higgins” – “Paquete de Maule” – “E. Álvarez” – “Toro” – “Covadonga”



Nota:

Este es el gráfico oficial.

Con cursiva van los cuatro buques de guerra que ocupan las cuatro puntas del convoy.

La “Thetis” y la “Turquoise” se dibujan a larga distancia, por el sur. El buque insignia ordena “alto” poco antes de almuerzo, y hace señales. Los jefes de buque y de cuerpo se dirigen a bordo, llamados por el señor Ministro de la Guerra para ultimar el plan de ataque y designar el puesto de cada cual, en un gran Consejo de jefes de mar y tierra.

Los improvisados diaristas de a bordo aprovechan la larga detención, para circular volantes, entre las naves.

Hubo ediciones especiales del Charivarí, La Linterna del Diablo, La Reforma de La Serena, El Amigo del País de Copiapó, El Nuevo Carril de Santiago, y muchos otros.

El Charivarí, que días antes había caricaturado al Ministro con el catalejo al revés, le pinta ahora midiendo los estanques de agua de los barcos. El señor Ministro suda la gota gorda, descifrando la siguiente fórmula dibujada dentro de una circunsferencia, en la cintura de una pipa:

(a‑v V‑1)2=a2‑b2‑2ab V‑1.

Averigua el cuadrado de la cantidad imaginaria a‑b.

El general leía con delicia los volantes, pues gozaba al ver a los niños contentos; pero maldita la gracia que los tales papeluchos hacían al señor Ministro.

La reunión a bordo del “Amazonas” dura dos horas largas; y aunque todos deseaban inquirir datos, no se pescó noticia alguna, sino que en breve se darían los acuerdos en la orden del día.

Nada transcendió por el momento, pues se guardó absoluta reserva.

Años más tarde, fué haciéndose luz acerca de esta importante asamblea, en que, a puertas cerradas se pusieron los puntos sobre las ies.

He aquí nuestras informaciones recogidas en fuentes imparciales.

Abierta la sesión, el Ministro de la Guerra manifiesta a los presentes que la convocatoria tenía por objeto dar las últimas instrucciones respecto a la acción que iba a empeñar el ejército, en los puntos de desembarco.

Hubo al principio un cambio general de ideas, en que se trató en términos latos de la próxima operación, y de la significación que tenía para el país un golpe fuerte dado al enemigo, en sus propias posiciones, bien atrincheradas y defendidas.

Añadió que había confeccionado un plan de operaciones, tanto para la armada, como para el ejército.

Aquí empezó la buena.

El general expresó terminantemente que el desembarco en tierra enemiga se efectuaría bajo su dirección, en virtud de sus propios planes concebidos y estudiados con su jefe de Estado Mayor General, y en combinación con el comandante en jefe de la armada, a quien, como al general en jefe, no había tornado en cuenta el señor Ministro.

Interrogado por éste, el capitán Thompson, manifestó con todo respeto a la vez que con entereza, que según las ordenanzas, no había a bordo sino una sola autoridad suprema, el señor general en jefe del ejército en campaña. (Estos detalles fueron conocidos por la relación posterior de algunos jefes que estuvieron presentes en la reunión, pues no se levantó acta del Consejo.)

Ante el silencio del señor Ministro, Escala ordena a su jefe de Estado Mayor que haga una exposición ante la asamblea, dando a conocer el plan de ataque, hasta en sus menores detalles.

El coronel extiende sobre la mesa un enorme plano, en que están marcados los puntos de desembarco en Pisagua y Junín: el primero, como acción principal, cuyo objetivo se traduce en el asalto y toma del puerto; el segundo, como accesorio de la primera operación, destinado a afianzar por retaguardia la conquista de Pisagua con la ocupación de la meseta de Hospicio.

El jefe de Estado Mayor, con voz clara y reposada, marca la situación de la escuadra para el bombardeo, primero; y para echar la gente a tierra, en seguida.

Manifiesta después el agrupamiento de las tropas asaltantes, en tres divisiones de ataque, la 2ª y 3ª, otra división de emergencia, para circunstancias especiales; y una división de reserva, que permanecería a la expectativa.

El coronel Sotomayor, unía a su figura caballeresca y aire marcial napoleónico, dicción fácil, y voz agradable y bien timbrada.

La exposición cautivó a los miembros del Consejo, que se manifestaron entusiastas.

El mismo señor Ministro no pudo por menos que felicitarse del trabajo y darle su aprobación a nombre del Supremo Gobierno.

El señor Ministro tenía poca confianza en la preparación del alto comando; de ahí que creyera de buena fé que era el único capacitado para elaborar el plan de ataque; y para designar a cada cual su papel y darle las órdenes convenientes, había reunido a bordo, este Consejo que no quiso llamar en Antofagasta, no obstante la orden del Gobierno.

El señor Sotomayor era patriota; aunque lastimado en su amor propio, colaboró al plan de Escala, con indicaciones de su clara inteligencia, y de su larga experiencia en la vida pública.

Vueltos a sus buques y a sus cuerpos los respectivos comandantes, se dió lectura a la siguiente orden general, bastante sugestiva:

Alta Mar, a bordo del “Amazonas”, Noviembre I.º de 1879.



“Instrucciones a que deben atenerse los buques de la armada y transportes que están bajo mi mando, para desembarcar el ejército del norte en territorio peruano”.



La flota, compuesta de los buques de guerra y transportes, se presentará frente al puerto de Pisagua y caleta de Junín, a las 4 A. M. del día 2 del actual, en el orden de marcha siguiente: el “Cochrane”, la “O'Higgins”, la “Magallanes” y la “Covadonga” a la cabeza.

Seguirán los transportes “Copiapó” y “Limarí”; después el “Loa”, “Abtao”, “Toltén” y “Santa Lucía”.

Continuarán el “Matías Cousiño”, “Huanay” y “Lamar”. El “Angamos” quedará a retaguardia y se conservará fuera del puerto en observación, sirviendo de vigía.

El “Itata” y el “Amazonas” marcharán uno en pos del otro, llevando el ala derecha del convoy y se quedarán sobre sus máquinas en un punto donde puedan dirigirse igualmente a los fondeaderos de Pisagua o de Junín, esperando órdenes para marchar al lugar que convenga.

Dos millas antes del fondeadero, los cuatro buques de guerra nombrados primero con el “Cochrane” a la cabeza, se dirigirán al puerto y atacarán las defensas enemigas hasta apagar sus fuegos y dejar libres los desembarcaderos para las tropas.

Antes de emprender esta operación, se habrán desprendido de sus botes y dejándolos al costado de los dos primeros transportes que siguen. (“Copiapó” y “Limarí”). Todo el convoy se detendrá en este punto, conservando su formación y orden de marcha.

Mientras los buques de guerra reconocen la bahía y destruyen las fuerzas enemigas y sus defensas, los transportes alistarán sus embarcaciones, colocarán todas las escalas que tengan, y tenderán planchas en los portalones para que la salida de la tropa se haga con facilidad y rapidez.

Todos los buques mandarán sus botes a cargo de un teniente, el que se pondrá a las órdenes del capitán de navío graduado don Enrique Simpson, quien dirigirá en jefe la operación del desembarco del ejército y ordenará todo lo que tenga relación con este servicio.

En el momento que se hagan señales a la corbeta “Magallanes”, se desprenderá del resto de la armada para dirigirse a donde se encuentran el “Amazonas” y el “Toltén”, para proteger el desembarco de sus tropas.

Todo buque que haya desembarcado su tropa, se replegará sobre el flanco respectivo; y tomará la colocación conveniente para que avance el que sigue en el orden de marcha designado, de modo que no haya estorbo ni confusión alguna.

A estas instrucciones se atendrá estrictamente Ud. y todo lo que le concierne lo hará cumplir con escrupuloso rigor.‑ 



Dios guarde a Ud. 

Erasmo Escala.



Erasmo Escala - Wikipedia, la enciclopedia libre


Poco después se repartió la siguiente proclama al ejército:

Soldados:

En pocos momentos habréis pisado ya el suelo enemigo, y con la primera victoria habréis principiado a aplicarle el castigo merecido por la alevosía de su agresión.

Tenéis en vuestras manos la suerte de la patria, que os ha dado esas armas para su seguridad y para nuestra gloria. A la entereza del alma corresponde siempre la entereza del brazo; y vosotros, soldados, que sois de la raza de los libertadores de esta tierra ingrata y de los que pasearon triunfantes por sus campos y ciudades en 1838 el tricolor de la República, vais a continuar ahora esas nobles tradiciones del heroísmo chileno.

Soldados:

La patria lo espera todo de vuestros esfuerzos. Dios os protege; la inmortalidad os aguarda.

¡Adelante!

Vuestro General,



Erasmo Escala.






Toma de Pisagua - 6 de febrero de 1891

El 4 de febrero de 1891 al encontrarse reunida casi toda la Escuadra bloqueando Iquique y habiendo recibido nuevos contingentes de tropas llevados por el "Cachapoal", el Alto Mando congresista decidió ocupar Pisagua que estaba débilmente defendida. Gran parte de la tropa gobiernista que la había ocupado el 27 de enero había vuelto a Iquique a reforzar la guarnición de ese puerto.

A las 23.00 horas del día 5 de febrero, zarpó la escuadrilla compuesta por el blindado "Cochrane", la corbeta "O'Higgins" y los transportes "Amazonas" y "Cachapoal", recalando a Pisagua en la madrugada del día 6, lugar en que mantenía el bloqueo la cañonera "Magallanes".

Por un aviso recibido desde tierra, se supo la distribución de las fuerzas gobiernistas. El Teniente Coronel Valenzuela, Comandante de la Plaza, había hecho ocupar la posición dominante de El Alto Hospicio por 2 piezas de artillería, 40 infantes y un piquete de granaderos a caballo. El resto de la guarnición, compuesto por 250 infantes y 40 artilleros, estaban acantonados en el puerto.

A las 06.00 horas se rompió el fuego sobre las posiciones gobiernistas de Pisagua y se desembarcaron 290 hombres por Caleta Playa Blanca, que incluía una compañía de marinería, y tres compañías en Punta Pichalo, tropas quedirigidas por el Capitán de Corbeta Vicente Merino Jarpa avanzó concéntricamente hasta Alto Hospicio.

Mientras tanto, en el puerto de Iquique, los buques bloqueadores interceptaban los refuerzos que recibía la guarnición del puerto por la vía terrestrre y bombardeaban el vulnerable ferrocarril.

La "Magallanes" y la "O'Higgins" efectuaron el fuego de apoyo naval, bombardeando las posiciones defensivas gobiernistas.

El Comandante Valenzuela abrió fuego sobre la columna congresista del sur y envió parte de sus tropas para detener la columna del norte. La primera continuó su marcha, apoyada por la artillería de la "Magallanes" y de la "O'Higgins", cayendo sobre el destacamento que defendía El Alto Hospicio y tomando posesión de un tren que el Comandante de la Plaza tenía preparado para efectuar su retirada, en caso de que fuese necesario.

La segunda columna, la del norte, rechazó a las tropas enviadas por Valenzuela y avanzó en profundidad. Este movimiento envolvente puso fin a toda resistencia, cayendo prisioneros 5 oficiales, 22 soldados y capturando dos piezas de artillería con su parque de municiones.

El Comandante Valenzuela trató de desplegar su tropa sobre las pendientes que conducen a El Alto Hospicio, pero el fuego de la Escuadra le creó una situación insostenible.

Después de una media hora de tregua, las dos columnas victoriosas descendieron rápidamente y mientras los buques suspendían sus fuegos, cayeron sobre el pueblo a pesar de la vigorosa defensa de la guarnición gobiernista.

Toda la guarnición fue hecha prisionera, mientras la caballería transportada por la Escuadra se lanzaba en persecusión de los granaderos fugitivos.

Con esta acción, Pisagua quedó definitivamente en poder de los congresistas y sirvió de base al Ejército que operó sobre Iquique y las oficnas salitreras.






Cañones Lowmoore, peruanos aún permanecen en Pisagua desde   1879.






Revolución de 1891 Sucesos de Pisagua 
José María Venegas Biblioteca del Congreso Nacional.


La ocupación de Pisagua por los insurrectos trajo como consecuencia precisa la prisión del honorable gobernador Néstor S. Ramos i la de algunos empleados, que como él, defendieron con heroica enerjía, los principios del Gobierno legalmente constituido. Sobre el señor gobernador Ramos i sus compañeros Alvarez Lujan, Muñoz Baeza, Salazar, Villarroel, Castillo, Sepúlveda i el que esto escribe, se hizo pesar dura, aunque corta detención, brillando en ella las frases soeces i burdas, propias de jentes sin honor ni miramientos, a fin de hacerla mas pesada, ya que no habia ni aparente inculpación de faltas, por haberse llevado a efecto la ocupacion sin quemar un solo cartucho i merced, como queda dicho, al abominable crimen de narcotizaciou.


Puestos en libertad los funcionarios aludidos i una vez reocnpada la plaza por las fuerzas del Gobierno corrieron a ocupar sus puestos, cual cumple a caballeros, dispuestos a sacrificarse en pró de sus convicciones i de la justa cansa del órden. Estos pasos fueron dados con toda prontitud, merced a las disposiciones oportunas i a favorable acojida dispensada por el enérjico Intendente, señor Salinas, a quien tanto debe la provincia de Tarapacá. En este estado las cosas i satisfechas las aspiraciones de los revolucionarios, respecto de la provisión de dinero, sobrevino el desorden i la falta de garantías en las personas e intereses de los habitantes de la plaza ocu - pada, pues que el jefe político en lugar de propender a la organización délos servicios tendentes a dar estabilidad i garantía, olvidó por completo los priucipios mas elementales que distinguen al ocupante bélico honrado. v,on tal motivo el comercio tuvo zozobras i por onsi - guíente fundada desconfianza i así lo espresó a Nef, pidiéndole garantías, a lo cual contestó éste negativamente, disculpando su procedimiento, con la escasez de fuerzas disponibles. Mientras tanto el desorden i el pillaje cundía, hasta que el comercio amenazado en sus intereses, promovió la idea de organizar la guardia del órden, para lo cual contaba con la decidida i abnegada corporación del cuerpo de bomberos, que des interesadamente ofreció sus servicios. Esta angustiosa situación duró los siete dias que los insurgentes mantuvieron la plaza en su poder. 


Recuperado Pisagua por las fuerzas del órden, se restablecieron los servicio-"", públicos de manera tal, que volvió I, tranquilidad a los espíritus i la garantía a los intereses i personas; pero esta tranquilidad 110 podia ser duradera, porque el Gobierno constituido, dada la situación topográfica de la ciudad, no podia oponer una resistencia eficaz, i así el 6 de febrero a las 5 de la mañana, la escuadra compuesta de los buques:
Cochrane, 
Magallanes, 
O'Iliggins, 
Tolten, 
Cachapoal, 
Limari 
re molcador Arturo Prat, 


En son de combate i haciendo ostentación ridicula de sus fuerzas, contra una plaza indefensa, rompió sobre ella sus fuegos, i precisamente el mas poderoso de estos buques, fué el encargado de dirigirlos a la pequeña guarnición, compuesta de 37 artilleros i 12 individuos de caballería, que se encontraba destacada en el alto del Hospicio. A las 6 A. M., principió el desembarco de las fuerzas «le la oposición, que se componía de 750 individuos poco mas o ménos. La guarnición de la plaza que constaba de 100 hombres, fué distribuida en distintos puntos, para impedir la entrada del enemigo en la ciudad, i siendo tan redu- « ido su número, tuvo que defender su puesto con verdadero heroísmo, i sin siquiera abrigar la, mas remota esperanzarl e triunfo. 


El resultado no podía hacerse esperar, ni era difícil suponer cual seria, i así momentos después, se vió en la población a las fuerzas de la oposición cometiendo toda clase de atropellos i asesinando gente indefensa con que se tropezaba. Aparte de la responsabilidad que cabe a los jefes revolucionarios por estos asesinatos aleves, hai todavía la tremenda de todos ellos, me refiero a las setenta víctimas hechas por una bomba del Cochrane dirijida precisamente i con certera mano a una bodega de salitres donde se asilaban mujeres i jente indefensa i que según datos tomados posteriormente, se ha podido llegar al convencimiento que desde la Escuadra se vió la entrada de esa jente en demanda de un seguro refujio. Como consecuencia precisa de la ocupacion i como tienen costumbre los revolucionarios i ya seguros de no existir la. mas leve resistencia, se inició la nueva administración con las antojadizas prisiones i el ejercicio de ruines i bajas pasiones. Cayeron naturalmente en primera línea, como prisioneros de guerra, el jefe militar de la plaza señor Valenzuela, gobernador político señor Ramos, mayor Valdivieso i capitan Cooper. Asimismo i con este carácter se les hizo prisioneros a los empleados de la aduana, señores Alvaro Lujan i el que esto escribe i al vecino señor Salazar. Los nombrados en medio de la soldadesca ébria i desenfrenada i víctimas ele los mas groseros insultos, fuimos conducidos al Cochrane, donde después de un minucioso registro se nos colocó en el pañol del timón, con centinela de vista i privados de luz i de al i • mentación. No es posible, aunque lo hubiera querido, pasar desapercibido un hecho que retrata la crueldad i figura de los tipos que ayudaron a los revolucionarios. Al pasarnos por las calles, un teniente 2.° de marina, cuyo nombre no he podido averiguar hasta ahora, pero cuya fisonomía no olvidaré nunca, excitaba las pasiones del pueblo beodo, para que nos despedazaran, esclamando: «Ah! malvados, el pueblo os juzgará i el se hará la justicia por su propia muño! A la vez que repetía estas palabras de tal modo, que desesperamos de nuestras vidns, las acompañaba dejestos — 11 — i movimientos insinuantes; pero ese pueblo aunque embrutecido por el licor, tenia razgos mas nobles que el marino aludido i no satisfizo sus deseos de sangre. Pero, no es esto lo mas notable, porque el jóven oficial infatuado con su barato triunfo, o dominado por el alcohol, pudo olvidar sus deberes, no así don Antonio Zavala M. que en pleno goce de sus mediocres facultades, gritaba i vociferaba de voz en cuello, presentándonos ¡inte ese pueblo i ante la marineiía i tropa de abordo, como los mas criminales i gozándose en el triunfo, para presentarse como uno de los caudillos de mas importancia, sin que pase de ser una vulgaridad ? un hombre sin decencia, que no lo detiene ni .! crimen mas feo para satisfacer sus malas pasiones. 


No tuvo desgraciadamente, la misma suerte que nosotros el infortunado N. Castillo, teniente de policía, jóven pundonoroso que cayó víctima del desenfreno i de las malas pasiones de la parte del pueblo que ¡dentada por los asaltantes, ayudó en sus depredaciones i excesos. Par a llevar a cabo su crimen en la persona de Castillo, nada se respetó i hasta el domicilio de honorables personas fué violado. Después de los mayores excesos cometidos i de odiosas persecuciones, pudo encontrársele al malogrado Castillo en casa del vecino Rodríguez Cisterna i allí en su escondite, pues se encontraba oculto en un guarda-ropas, i al sustraer las existencias, se le ultimó a culatazos, manchando con su sangre inocente un hogar honrado. No satisfechos aun con su crimen i como si esto fuera poco, &xáuime ya Castillo recibió doce disparos de rifle que esparcieron los sesos en toda la habitación, i sil cadáver fué vejado i arrojado a la calle, de donde fué recojido por la ambulancia del pueblo. Este no fué el solo crimen cometido i solo por la repugnancia que me cansa la relación de tanta maldad, renuncio a detallar tan aleves corno el anterior, aunque podria citur numerosos, como los asesinatos perpetrados por sus propias manos en jente indefensa, por el mismo Ncf i por el de triste memoria Luis E. Castro; pues como Ud. lo sabe, señor Editor, el primero asesinó a un jornalero i a nn tripulante de su buque, dando por protesto una leve falta de obediencia, i el segundo a un infeliz cargador que por no haber vivado al Congreso revolucionario, sino al Poder Constituido, pagó con su vida. 




*Memorias Militares Estanislao del Canto” Centro de Estudios Bicentenario 2004. 

          



El 4 de febrero de 1891 al encontrarse reunida casi toda la Escuadra bloqueando Iquique y habiendo recibido nuevos contingentes de tropas llevados por el "Cachapoal", el Alto Mando congresista decidió ocupar Pisagua que estaba débilmente defendida. Gran parte de la tropa gobiernista que la había ocupado el 27 de enero había vuelto a Iquique a reforzar la guarnición de ese puerto.
A las 23.00 horas del día 5 de febrero, zarpó la escuadrilla compuesta por el blindado "Cochrane", la corbeta "O'Higgins" y los transportes "Amazonas" y "Cachapoal", recalando a Pisagua en la madrugada del día 6, lugar en que mantenía el bloqueo la cañonera "Magallanes ".
Por un aviso recibido desde tierra , se supo la distribución de las fuerzas gobiernistas. El Teniente Coronel Valenzuela, Comandante de la Plaza, había hecho ocupar la posición dominante de El Alto Hospicio por 2 piezas de artillería, 40 infantes y un piquete de granaderos a caballo. El resto de la guarnición, compuesto por 250 infantes y 40 artilleros , estaban acantonados en el puerto.
A las 06.00 horas se rompió el fuego sobre las posiciones gobiernistas de Pisagua y se desembarcaron 290 hombres por Caleta Playa Blanca , que incluía una compañía de marinería, y tres compañías en Punta Pichalo, tropas que dirigidas por el Capitán de Corbeta Vicente Merino Jarpa avanzó concéntricamente hasta Alto Hospicio.
Mientras tanto, en el puerto de Iquique, los buques bloqueadores interceptaban los refuerzos que recibía la guarnición del puerto por la vía terrestrre y bombardeaban el vulnerable ferrocarril.
La "Magallanes" y la " O'Higgins " efectuaron el fuego de apoyo naval, bombardeando las posiciones defensivas gobiernistas.
El Comandante Valenzuela abrió fuego sobre la columna congresista del sur y envió parte de sus tropas para detener la columna del norte. La primera continuó su marcha, apoyada por la artillería de la "Magallanes" y de la " O'Higgins ", cayendo sobre el destacamento que defendía El Alto Hospicio y tomando posesión de un tren que el Comandante de la Plaza tenía preparado para efectuar su retirada, en caso de que fuese necesario.
La segunda columna, la del norte, rechazó a las tropas enviadas por Valenzuela y avanzó en profundidad. Este movimiento envolvente puso fin a toda resistencia, cayendo prisioneros 5 oficiales, 22 soldados y capturando dos piezas de artillería con su parque de municiones.
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Toda la guarnición fue hecha prisionera, mientras la caballería transportada por la Escuadra se lanzaba en persecución de los granaderos fugitivos.
Con esta acción, Pisagua quedó definitivamente en poder de los congresistas y sirvió de base al Ejército que operó sobre Iquique y las oficinas salitreras.



ESTADO DE CONSERVACIÓN




PLAYA BLANCA LUGAR DEL DESEMBARCO




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CAÑON PARROT FABRICADO EL AÑO DE 1863 SE ENCUENTRA ABANDONADO EN EL FUERTE NORTE.

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ESTACIÓN DE TRENES DE PISAGUA LUGAR DONDE PERNOCTARON LAS TROPAS CHILENAS EN 1879.


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